Lo soñé como no lo soñaba hace tiempo. Seguramente sea la época del año que lo hace más presente, me hace pensarlo pero no extrañarlo.
Hace rato entendí que no nos correspondíamos, que recordarlo no era señal de nada, que no había destino que nos uniera al final. Quizás sea una de las pocas historias que verdaderamente cerré; pero sin embargo acá está, presente.
No lo veo desde el 17 de abril de este año (y aunque eso pudiera haber sido una señal, créanme no lo fue) y desde esa fecha es la segunda vez que lo pienso. Apareció, así fugaz en un sueño.
Me enseñó la mayor lección de todas, una que vivo quebrando todos los días últimamente. Entonces solo me queda deducir que en realidad él no aparece, sino, que aparece esa lección. Un modo en que mi mente me recuerda "dejá de hacer esto", "dejá de volver a equivocarte". Quizás deba escuchar un poco más a mis sueños, a él.