El 2015 me pegó por todos lados y como dicen "lo que no te mata, te fortalece".
Este año me encontró y reencontró con personas maravillosas pero, a su vez, me mostró como eran verdaderamente otras y las dejé ir.
Sufrí como nunca, tuve miedo a perder a los que más quiero. Los primeros meses del año los pasé de clínica en clínica viendo como la luchaban aquellos que tanto amo. Recé en el tren tantas veces que perdí la cuenta. No dormí durante días.
Sin embargo, en esos momentos donde todo parecía feo, lágrimas y oscuridad tuve el apoyo de mis amigos, de mis compañeros de trabajo, de mi familia. No me dejaron caer, me ayudaron a seguir, me dieron fuerza y pude compartir esa fuerza. Todo terminó con sonrisas, con chistes y recuerdos. Sin dudas aprendí, aprendí como nunca.
A nivel académico, no me puedo quejar. Hasta podría decir que algunos de los mejores momentos del año me los dio la facultad. Cada esfuerzo tuvo su recompensa. Diez materias más, aquellas de las que realmente estaba asustada como Administrativo 2 o ambiental aparecen ahora en la lista de "materias aprobadas" y no puedo estar más feliz por eso.
Acompañé a algunos amigos durante momentos demasiado tristes, esas situaciones que no queres que viva nadie pero son parte de nuestra estadía en esta tierra. Abracé, extrañé y dije "te quiero" muchas veces, porque entendí que no hay nada más importante que hacerle saber lo que sentís a la gente.
Fue el año que menos salí de noche pero disfruté cada merienda, cada cena tranquila, cada TABÚ, cada fernet con amigos. Disfruté de tener cerca a mis compañeros de facultad que alegraban cada día de la semana y las materias más densas dejaban de serlo. Disfruté de mis amigas, de sus consejos,de los chistes, de los "viste lo que publicó fulanito".
Físicamente cambié, bajé más de trece kilos. De un modo u otro eso me cambió por dentro también. Me sentí más segura, me vi más linda y la sonrisa volvió. Cuando todo había sido bastante oscuro durante la primera mitad del año.
Pese a verle el lado bueno a las cosas, sin dudas este 2015 fue uno de los peores años que me tocó vivir. No es una mirada negativa, sino una realista. Fue un año eterno, un año en donde no paré de aprender a caer y levantarme. Un año en donde tuve que decidir si quería seguir llorando o prefería pelearla. Me refugié en mis amigos, en las series, en mis libros de facultad y las novelas que tanto amo.
Chau 2015, por suerte no podes volver.