Esas lágrimas que están pero no caen. Esa angustia que opreciona y no se va.
Esas ganas infinitas de dormir e imposibles de concretar.
Lo que pasó dolió y dolió demasiado. Fue mi mayor patada al ego en años.
Siento que caigo, caigo y sigo cayendo; que las cosas no cambian, no mejoran; que lo bueno que esperaba del 2012 solo es malo.
Los problemas del corazón pasaron a ser nada cuando no tenes con quien llorar. Cuando tus amigas te dicen "estoy con vos" pero eso no te alcanza. Cuando decepcionas de manera estúpida a tu mejor amigo. Cuando no dejas de ser una simple pendeja que va por la vida. No soy eso, nunca quise serlo. Vivi siempre para diferenciarme y la noche del sábado fue literalmente caer en ese caretaje y en ser una más... lo que siempre detesté.
Los retos de Leandro en ese momento no los quise escuchar, sabía que las cosas no las estaba haciendo mal pero mi mente no estaba en orden para contrarrestarle en argumentos. Las acusaciones de Federico que me llevaban al límite de la risa sin terminar de entender porque hablábamos de eso en GOA.
Mis problemas son otros y sigo sin saber como solucionarlos. Como arreglar el problema de mamá. Como sentirme segura y hacerla sentir segura con todas las cosas que están pasando.
Tengo la necesidad de llorar por días pero mi ego no me lo permite. Quiero enterrarme hasta el lunes que empiezo la facultad y caer como si mi universo fuese perfecto.
Quiero, necesito, imploro vivir esas realidades de las series donde todo al final es feliz.
No aguanto, no puedo. No así, no sola...
Hay una gran realidad, me siento sola y, como dije antes, las palabras de Nicolás me terminaron de hundir.
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