Después de pasar la primer noche en la nueva casa no me quería levantar. El día anterior había sido demasiado agotador como para tener que abandonar la cama tan temprano. Mamá me hizo café y nos dispusimos a seguir la mudanza.
La histeria de mamá continuaba. El cansancio de papá también y mis pocas ganas de soportarlos aún seguían.
Sacar el sillón chiquito fue lo peor. Tres pisos bajándolo por la escalera, subirlo al auto y bajarlo CAOS; pero no tan peor como la travesía de la heladera que bajó fácil por el ascensor pero en la casa nueva no pasaba por las escaleras... Luego de colgarnos cual monos y maniobrar un poco llegó CASI sana al comedor. Desarmamos la cama de mamá para que entre en el auto y la tuvimos que volver a armar cuando llegamos.
Mi habitación está completa por suerte. Mi espalda rota y cansada. Mis músculos casi no me responden ya.
Lo bueno del día fue encontrar mi antifaz y poder volver a dormir plácidamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario