Las cosas cambian, todos crecemos.
Cuando crecemos elegimos cosas que incluso nosotros pensamos que nunca haríamos.
Cuando tenía trece años pensé que ibas a ser alguien más en la lista, un compañero más. Eras el clavo para sacar otro clavo, pero quién iba a decir que Sebas no era nada comparado a lo que fuiste, sos y serás vos. Nunca pensé que iba a estar en el último día de noviembre (como otros años) pensando en vos. En vos y en todo lo que significas para mi. Te elegí, una vez más, para compartir mi camino.
A los trece no pensaba elegirte jamás, eras alguien nuevo que pasaba por esa puerta. A los catorce eras mi vida, eras mi todo. A los quince había aprendido bastante de los golpes de la vida, de los golpes que vos me diste, pero te seguía eligiendo porque en mi crecía algo que la gente llama amor. A los dieseis te tenía olvidado, eras alguien más alguien que no elegiría por nada del mundo. A los diecisiete apenas recordaba tu nombre. A los dieciocho estoy acá sentada otra vez, diciendo "Te elijo, pero te elijo como amigo, como persona confiable, como ese que nunca debe faltar".
Las cosas cambian, todos crecemos. Cambian nuestras elecciones, nuestra manera de ver las cosas y hoy puedo decir, con dieciocho años, que te elijo como confidente, que te quiero en mi vida y no quiero dejar que te vayas.
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