Últimamente me costaba conciliar el sueño y había descubierto que levantarme era preferible, un poco, la menos, a quedarme en cama enzarzada en una batalla contra mis pensamientos.
No me gustaba estar despierta por la noche. No conseguía evitar preguntarme si estaría despierto, al otro lado del castillo, y mi imaginación no dejaba de intentar aventurarse en sus pensamientos. era un lugar sombrío en el que adentrarse.
Me tumbé en mi cama enorme y me quedé mirando por la ventana a las luces de la calle, hasta que el amanecer (por fin, afortunadamente) me regaló unas escasas y preciosas horas de sueño.
Me tumbé en mi cama enorme y me quedé mirando por la ventana a las luces de la calle, hasta que el amanecer (por fin, afortunadamente) me regaló unas escasas y preciosas horas de sueño.
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