Ganas de llorar, mucho, a mares pero más ganas de reir, reir a carcajadas, reir hasta quedarme sin aire, reir incluso sin sonido.
Ganas de ser intensamente feliz, de sonreir cada dia y agradecer cada noche.
Ganas de que todo el peso se vaya con el viento, que la amargura termine de evaporarse.
Ganas de reencontrarme con el mundo, con todo eso que en algun momento (de manera inconsciente) le di pausa.
Es hora de apretar el botón de PLAY una vez más, de animarse, de correr riesgos, de seguir creciendo.
Volvió a encenderse esa luz propia, aquella que demuestra que todo con esfuerzo se logra y apareció en el momento justo, en este tramo tan particular de mi vida.
Ganas de más, de mucho más y de algo mucho mejor.
Entre risas lo llamaría milagro, pero realmente el milagro fue haber tenido la fuerza de perseverar porque todo lo que logré nació de ser perseverante, de no aflojar, de tirar para adelante incluso cuando todo parecía chino y no básico.
Primera parte de este cuatrimestre superada y de gran modo.
Integramente feliz por lo que logré.
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