Me desperté porque Ronnie se subió a la cama a molestar; al instante sonó mi celular: horario 12.32pm. Mensaje de Maar para que vaya al club.
Ordene demasiado rápido, preparé unas milanesas, me cambié, arme el bolsito y partí para el porteño. A las dos salíamos del club para ir a Lanús. Eramos miles de millones de autos.
Vino Ezequiel. Es demasiado loco porque hace meses que no lo veía sin embargo parece que viviese acá; esas son las locuras que generan las redes sociales, la comunicación e internet.
La tarde se hizo eterna pero divertida. Comimos, sacamos fotos, peloteamos un rato (dicho sea de paso, no me puedo ni mover, no tengo estado físico), nos reimos con los malabares de Luli, pero más aún cuando llegó Rodrigo y empezó a robarle las pelotas a Luli. Magicamente estaban los haciendo malabares a la vez. Tenemos un entrenador que nunca deja de llenarnos de sorpresas.
Los resultados no fueron del todo buenos. Una gran baja anímica para las sub 18 que las llevó a un 3-0 indiscutible. Las sub 21 corrieron con la misma mala suerte pero no tan trágica; la única actitud reprochable del partido fue la de Aldana en el último set que le costó salir con el tablero 0-0. Por suerte entró mi jugadora preferida de todos los tiempos, Cami. Adoro que deje todo y siga esforzandose. Jugadora y amiga por sobre todo. La tira ganó sub 14 y 16; perdió las dos más grandes.
Volver a casa pasadas las 22.30hs; estar muerta fisicamente, preparar milanesas, comer, dormir.
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