Me preguntaron si tenía mal humor cuando estaba enferma, y la realidad es que no. Cuando estoy enferma soy tan anormal como siempre pero esta vez creo que todo me molesta.
Me encantaría poder ir y decirle "Me molesta esto, esto y esto, no quiero que lo cambies solo quiero que lo sepas" pero no puedo. Sigue latente ese miedo a hacer algo mal y que todo se acabe. Sigue esa idea de "Daiana madura por favor" y ser más infantil que nunca. Aunque el mayor problema de todo esto recae en haber perdido el miedo a enamorarme. Ese miedo me cubría de muchas cosas, podía seguir conociéndolo que nada iba a pasar, nada iba a cambiar porque estaba negada a sentir algo.
Odio esa necesidad de decirle que lo quiero, odio ese sentimiento de mirar como tonta el círculo verde para ver cuando se conecta. Odio, odio con todo mi cuerpo el hecho de extrañarlo. No quiero extrañarte. No quiero quererte, no quiero caer otra vez en estas cuestiones del "amor", en esto que siempre termina en lágrimas y más lágrimas. Estoy negada a sufrir todo lo que ya pasé, pero no estoy negada a enamorarme y eso me da mucho miedo.
Eso es lo que inunda mi vida últimamente, el miedo a vivir y a decir lo que pienso.
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